La Gallina Vasca, julio 2014
Melancolía. No es el final del verano sino el principio, pero de sólo pensar que seguramente éste sea el último Tour que dispute Jens Voigt nos consume el desasosiego. El año pasado con 41 años ya era el corredor más viejo en correr un Tour de Francia desde la Segunda Guerra Mundial. Ya entonces se daba por seguro que sería su última ronda gala y se dio un homenaje del que sólo corredores genuinos y titánicos como él son capaces. Vistió durante varios días el dorsal rojo que señala al corredor más combativo de la etapa anterior. En la penultima, la última montañosa, se regaló una épica escapada de más de cincuenta kilometros que fue abortada en la ascensión final. “Sabía que no tenía ninguna oportunidad, que Movistar controlaría la carrera para que ganara Quintana pero primero me tendrían que pillar”.
Melancolía. No es el final del verano sino el principio, pero de sólo pensar que seguramente éste sea el último Tour que dispute Jens Voigt nos consume el desasosiego. El año pasado con 41 años ya era el corredor más viejo en correr un Tour de Francia desde la Segunda Guerra Mundial. Ya entonces se daba por seguro que sería su última ronda gala y se dio un homenaje del que sólo corredores genuinos y titánicos como él son capaces. Vistió durante varios días el dorsal rojo que señala al corredor más combativo de la etapa anterior. En la penultima, la última montañosa, se regaló una épica escapada de más de cincuenta kilometros que fue abortada en la ascensión final. “Sabía que no tenía ninguna oportunidad, que Movistar controlaría la carrera para que ganara Quintana pero primero me tendrían que pillar”.
Voigt es un corredor irrepetible.
Combativo e indomable en la carretera, sencillo y simpático fuera de
ella. Empezó en el ciclismo cuando su maestra pidió a sus padres
que hiciera un deporte: su exceso de energía era un problema para
los adultos de alrededor. Deportivamente es uno de los mejores
todo-terreno que ha visto el pelotón ciclista en las últimas dos
décadas. Siempre combativo y audaz, atacando de lejos. “La mayoría
de la gente lo intenta al final, pero yo no puedo”. “Yo veo que
el sol brilla, que estoy bien y me digo: vamos”. Voigt convive
felizmente con el dolor, su mantra “Shut up legs”
(callaos, piernas) lo lleva escrito en la bici para no rendirse en
los momentos de flaqueza.
Sus escapadas casi suicidas no han sido
un inconveniente para conseguir un honorable palmarés: cinco
Criteriums Internacionales, dos etapas del Tour,
una etapa del Giro, dos de la Itzulia, Tour del
Mediterraneo, Vuelta a Polonia, Gran Premio de las Naciones... Pero
han sido muchas las hazañas que han quedado grabadas en nuestra
memoria aunque no pisara el primero la línea de meta. Rememoraremos
dos ejemplos:
Tour de France, 2010. Voigt ha quedado
descolgado de la escapada tempranera cuando subiendo el col de La
Madeleine le alcanzan Contador y el líder de su equipo, Andy
Schleck, Jens no necesita instrucciones ya sabe lo que tiene que
hacer: empieza a tirar como si no hubiese mañana y hace dos kilometros
memorables, exprimiendo cada gramo de energía para acabar rendido
sobre la bicicleta.
Giro d´Italia, 2006. Escapado con Juanma Garate, su compañero Basso porta la
maglia rosa y rueda por detrás. Voigt le pide a su director
colaborar en la escapada para disputar la etapa, el director se lo
niega, le ordena que no dé relevos, que permanezca a rueda. A falta
de pocos kilometros el patrón le dice que todo está controlado con
Basso y que sí que puede disputar el triunfo. Voigt renuncia a
sprintar por la victoria. “Estaba muy fresco, pero es como quitar
el caramelo a un niño, no está bien. No trabajé nada y no era
ético pelear por ello.”
Echaremos de menos al bueno de Voigt, a
su incansable pedaleo, a sus sonrisas en la línea de llegada
mezcladas con sudor y agotamiento. Será el tiempo para su
familia, paraa su mujer y sus seis hijos. “Mi lugar en la jerarquía
familiar es justo detrás del perro” Aún no nos podemos creer que
este sea su última Grande Boucle, de hecho puede que no sea la
última. En 2011, al acabar la Vuelta al País Vasco, escribió una
carta pública a los aficionados vascos pensando que la de ese año
sería su última Itzulia y ya ven, todavía sigue. Recordemosla:
“Mi primera victoria como profesional
fue en la Vuelta al País Vasco en 1998. Fue la primera vez que tuve
la suerte de vivir la pasión y la equidad de los afcionados vascos.
Fue un día frío y lluvioso, a pesar de ello muchos de ellos vieron
en vivo el final de la etapa y un gran número de ellos se quedaron
a la ceremonia del podio. (…) A veces parece que están casi
llorando “¡Venga, venga! y “¡ánimo! ¡ánimo!”. Siempre hay
espacio para que los corredores puedan pasar. Nunca abuchean a nadie.
Siempre justos y apasionados. Nunca he visto un aficionado vasco
causar problemas ni bloquear la carretera ni hacer tonterías. Sois
unos fans llenos de pasión por este deporte, los fans más leales,
más informados y más apasionados. Entendéis y apreciáis el
trabajo duro que hacemos en nuestro deporte”
Jens Voigt, buen adulador y mejor
ciclista.