lunes, 29 de agosto de 2011

Joseba Solozabal # La Gallina Vasca 50


"Bilbao huele a mí, a la colonia que yo uso."

Aste Nagusia, Joseba Solozabal.; es una ecuación. En Boskovita estamos hartos de la fiesta del patrimonio cultural, de las tonterías del Ayuntamiento (como la línea los pañuelos, relojes, gemelos, corbatas, bolsos, abanicos y paraguas), de los toros, los fuegos artificiales y de las multitudes. Este año nos quedaremos en casa fumándonos alguna planta mientras vemos el programa del comandante Solozabal.

Joseba Solozabal junto con, lo que a todas luces parece, una muestra de orina gigante

Tal vez haya pasado su mejor momento. Recordamos con honda melancolía aquel Joseba que vestía como una diosa: esos diseños de leopardo, esas túnicas a lo Demis Roussos, esos collares a lo Mr. T, esos sombreros a lo Madonna. Music makes the people come together, Music mix the bourgeoisie and the rebel. Recordamos con nostalgia aquel Joseba entrado en carnes cuyas protuberancias pectorales despertaron la rumolorogía general sobre si se estaba hormonando. Pero Joseba ha cambiado, en el último lustro ha metarmofoseado en un ser vigoréxico, que viste como un gentleman y está obsesionado por la aprovación del stablishment bilbaíno.
Nada impedirá a Solozabal volver a liderar la audiencia en esta Aste Nagusia. Le basta con estar al 40% para devastar a sus tristes competidores. Su programa es como la paella en un menu dominical, no sorprende pero funciona. Éstos son los ingredientes:
-Entrevistas desenfadadas. Estarán presentes los políticos de turno. El tradicional peloteo injustificado al alcalde Azkuna y, con suerte, la aparición de nuestro venerado Antonio Basagoiti desatado por la fiesta y dando rienda suelta a su humor más grueso: ¿sabes qué he comigo hoy Joseba? Rabo... de toro! jijiji. He comido un rabo hoy, Joseba... jijiji estaba frío y blando. Jijiji. Ya te voy a cocinar un buen rabo bien calentito... jijiji
Tampoco pueden faltar en las entrevistas trapecistas musculados del circo, actores crepusculares que presentan sus tradicionales obras de teatro para puretas (este año demandamos la asistencia de Carlos Sobera) o algún obstinado ex-triunfito empeñado en proseguir su carrera musical.
-Reportajes de calle surrealistas a cargo de periodistas noveles con tanto entusiasmo como falta de criterio: señoras con abanico que van a la Pérgola a ver a Los 5 bilbainos, konparseros alucinados, hedonistas callejeros, despojos que llevan 40 horas sin dormir, ebrios que amenazan con enseñar los genitales y bilbólatras en general.
-La tertulia. Es el plato fuerte, gente en los sofás de Joseba opinando sobre las luces y las sombras de la fiesta. Todo en un entorno de gritos, risotadas, histerismo y mucha pluma. El estilismo de los tertulianos hace elegante a Pipi Estrada y su gramática hace académicos de la lengua a los contertulios de Sálvame. Seguramente en la tertulia aparecerá Imanol, el bigotudo y putero declarado, quien será acosado y vapuleado verbalmente por el sector sarasa más derechista. También suelen entrar llamadas telefónicas siempre que no se metan con Solozabal, ojo, que todos sabemos que es un poco picón y, como le critique algún seguidor listillo, luego se tira tres días sin coger el teléfono.
En definitiva, Aste Nagusia y Joseba Solozabal tienen una trayectoria paralela, ambas han crecido a lo largo de los últimos años hasta llegar a su cénit en el año 2009. La primera al ser elegida por votación ciudadana como el mayor Tesoro del Patrimonio Cultural Inmaterial de España y el segundo al ser nombrado pregonero de las fiestas ese mismo año, imborrable el momento en que el comandante Solozabal instó a todos los bilbaínos desde el balcón del Arriaga “a quitarse los pantalones y bajarse las bragas” y a acostarse con novios/as ajenos.
Puede que la actual coyuntura económico social nos confunda, pero creemos que tanto la Aste Nagusia como el programa de Telebilbao han empezado a declinar. Es natural que el brillo de la estrella se vaya apagando después de relucir con tanta intensidad. Podremos comprobarlo cada día en directo a partir de las 13 horas. Para los que estén durmiéndola en ese momento ya saben que pueden verlo a cualquier hora porque el canal, con buen juicio, emite el programa en bucle las 20 horas siguientes.


jueves, 11 de agosto de 2011

MARIO Y ALASKA # La Gallina Vasca 48


La ética de la autenticidad y la estética del simulacro.
Regla de oro para ser una celebrity:
saber rodearse bien.
Johan Krunch, nuestro especialista en Tele5, ha sufrido una crisis nerviosa tras asistir estupefacto al retorno de Beatriz Trapote a Tele5 como presentadora de Vuélveme loca. Los médicos le han ordenado que deje de ver Tele5 durante 40 días. Queda anunciado con ésto que no se hablará de Tele5 al menos hasta la llegada del otoño. Johan ha empezado una dieta estricta para recuperar sus estabilidad mental: las dos temporadas de Misfits en vena, una dosis de epopeya para recuperar la fuerza para vivir a cargo de Juego de tronos y, para bajar el subidón épico de ésta, unas pildorillas en forma de los capítulos de las últimas temporadas de Entourage (El séquito) y Hung (Superdotado).
Sin Tele 5 y sufriendo estos días de impasse veraniego hemos optado por saldar una cuenta pendiente: ver el reality Alaska y Mario, cortesía de MTV.es.
El éxito del reality de Ozzy Osborne en la MTV nodriza , llevó a los responsables españoles a hacer una adaptación, y que mejor icono de la Iberia contemporánea que la singular pareja Alaska (Olvido Gara) y Mario Vaquerizo.
Ella, el epítome andante de un camelo llamado movida madrileña. Cantante -básicamente playback- de Fangoria, tertuliana en el el programa radiofónico de Jiménez Losantos y siempre dispuesta a las preguntas de los periodistas en los photocalls más pijos. Ella es Alaska y punto.
Él, Subterfuge boy, tertuliano rosa, periodista de pega, rockero de palo y marido de Alaska.
Pero eso era hasta ahora. Gracias a este reality, Mario es Mario y Alaska pasa a ser la mujer de Mario. A lo largo de la temporada, que concluye a lo grande con la boda de ambos en una azotea de un hotel de la Gran Vía, vemos como el carácter hedonista, superficial y frívolo de Vaquerizo se come a Alaska cuya proyectada amabilidad, sus destellos cultos y su templada corrección terminan por resultar aburridos televisivamente hablando.
Desde el primer episodio de los ocho que forman la temporada, Mario se hace con el protagonismo y no lo suelta. Él es quien llena el programa: su amor a las Mahous, su mitomanía pop que deriva en decoración kitsch de su caro piso madrileño, su inglés infame, su simultáneo cruce de piernas y brazos, su gesto zoolander ante las cámaras de fotos, el divertido amaneramiento de su íntima Nancy Travesti, sus plumiferos “cari”, “cielo”, “Olvi”, “mamarracha”, su risa desatada ante sus propios chistes, su insulto máximo: “indies hijosdeputa”. Son tantas cosas... 


La cazadora blanca Valmain de Mario, 13mil leuros...

Mario y su señora son el paradigma del tardío capitalismo y del consumo onanista, lo podemos comprobar cuando Vaquerizo se gasta 19mil€ en dos txupas de cuero, que son una mierda pero de marca (Valmain) o cuando Alaska se gasta 12mil € en una foto Polaroid como regalo de boda a su marido. La foto es tan cara por el que la hizo se llamaba Andy Warhol y la retratada se llama Debbie Harry aka Blondie. Aunque la anécdota que mejor ilustra todo ésto se produce en el backstage de los Fangoria cuando Nacho Canut se queda mirando la txupa Valmain con remaches de Vaquerizo (6mil euracos) colgada en un perchero y reflexiona “pero si ésta es como las que se hacían los punkis hace 30 años, ¿cuánto ha costado?”, “5€”, contesta una mamarracha que está por ahí. “No vale más” sentencia Canut.

El lector de la Gallina Vasca a estas alturas creerá que la pareja y el programa resultan ligeros y artificiales o, como diría aquel pensador postmoderno, la estética del simulacro desplaza a la ética de la autenticidad, pero en el caso de Mario Vaquerizo la estética y el simulacro es su ética y su autenticidad. No importa saber cantar, no importa saber escribir, no importa saber si América es un continente o un país. No importa el cómo, lo verdaderamente importante es ser una celebrity y Vaquerizo lo ha conseguido. A decir verdad todo funciona perfectamente como espectáculo televisivo.



Llegados a este punto, sólo nos queda rogar por una segunda temporada para esta pareja estelar y por una adaptación a la vasca. Se nos ocurre los Cápsula o Francis de Doctor Deseo, tienen tanto glamour como los aludidos y además tienen algo de lo que ellos carecen: talento.