sábado, 31 de marzo de 2012

PALOMA ZORRILLA #lagallinavasca 64

Paloma Zorrilla es un pibón. Lo decimos en la primera frase para que los que busquen hacer sangre de esta diosa televisiva se vayan a otra página. Adoramos y deseamos a Paloma, máxime después de verla con toga en el programa-juicio-farsa de Tele5 De buena ley. Sí, es cierto, una mierda de programa que simula juicios con pleitos entre lo frívolo y lo disparatado. ¿Pero quién se acuerda ya de Los vigilantes de la playa si tenemos ahora a la abogada Zorrilla ajustada en esa toga que siluetea a la perfección su divino pecho e imponiendo justicia a golpe de maza?



Son fotos como éstas las que nos hacen recordar los versos del poeta Panero:


Sin embargo tu eres bella como de la mujer dicen los libros y las leyendas y pensé en besarte al amparo de la muerte, única segura compañera
 y eyaculé sangre pensando que me amabas.





Se dio a conocer en el programa Pásalo en las sobremesas de ETB2 como sobresaliente polemista. Y ha seguido paseando su incansable dialéctica por La noria de Tele5 y en los debates ultras de La13. Se ha convertido por derecho propio en el máximo baluarte del reaccionismo hispano. Lo mismo afirmaba que la asignatura “Educación para la ciudadanía” hacía apología al marxismo como sentencia que la homosexualidad es una enfermedad similar a la miopía. Nadie ha sabido conjugar tan bien derecho y catolicismo. El estilo de Paloma, directo y avasallador, indomable y vehemente, siempre ha dejado sin palabras a sus contrincantes de debate.
De hecho, la reacción de sus compañeros de debate suele seguir el mismo patrón: en un primer momento estupefacción (por lo peregrino de sus exposiciones), después enfado (Paloma siempre interrumpe), más tarde risa (da igual lo nimio que sea el tema, ella siempre reacciona airada) y finalmente resignación (Paloma es invencible).

Ella tiene dos armas imposibles de contrarrestar: la velocidad y la interrupción. Sea cual fuere el tema siempre expondrá su posición afín a los principios del nacional catolicismo a una velocidad inalcanzable a cualquier humano conocido. Paloma no calla, si es otro el que tiene el uso de la palabra, ella lo neutraliza interrumpiendo a toda pastilla, por cada palabra que diga su opositor, ella ya le ametrallado con cinco. Nadie le puede seguir el ritmo, Paloma Zorrilla es el Lance Armstrong, el Usain Bolt, el Lionel Messi de la tele.
Incluso superdotados como Iñaki López -posiblemente el moderador que más hábilmente ha sabido matizar en directo las palabras de Paloma Zorrilla- han caído a sus pies. “Dejad hablar a Paloma, tengo curiosidad por ver a dónde nos quiere llevar”, llegó a decir el bueno de Iñaki, hechizado por la facilidad de Zorrilla para mezclar temas, hilvanar asuntos aparentemente sin conexión y salirse al final con la suya.

Pero vayamos ya al asunto que nos ha hecho escribir sobre ella en este número. Bien sea por su ideología ultraconservadora o por su catolicismo trasnochado, nadie dice lo que todos pensamos: está superbuena, es un mito erótico de nuestro tiempo. Paloma Zorrilla es posiblemente la belleza más pura, intensa y salvaje de nuestra televisión, muy por encima de Pilar Rubio, Sara Carbonero, Ilaski Serrano o Itziar Atienza.
Basta un somero examen para certificarlo. Esa poderosa mirada celeste que nos ha hecho olvidar a Arantza Quiroga, ese armonioso conjunto de peinado y chaqueta que ya quisiera Beatriz Trapote, esas tupidas cejas rubias que inevitablemente nos hacen fantasear con un frondoso felpudo a la irlandesa.
Varones heterosexuales que leen ésto, ridículos fabricantes de esperma, hagan como Paloma y tengan la osadía y la decisión de decir lo que les está ahogando en su interior: Paloma Zorrilla es un pibón. Y da igual lo que hagamos, nunca será de ninguno de nosotros. Sólo hay una forma de aliviar esta angustia vital, cojan una foto de Paloma y pónganla en un portaretratos de su mesilla de noche. En las noches solitarias que pasen en vela, pongan una luz suave y déjense llevar.



Paloma hablando de sexo para nuestro deleite.

1 comentario:

  1. Yo me la imagino con un liguero de novia mostrando su delicado y escueto vello púbico. Llamarme rebelde

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