ANTES EN UNA ALCANTARILLA QUE EN UN
PEDESTAL
Estaba muerto de miedo, pensaba que alguien entre la multitud me iba a disparar con un rifle
-Tommie Smith-
Será que hemos perdido la
imparcialidad y nos hemos vuelto unos avinagrados pero ¿acaso no ha
caído el olimpismo en un descarado mercadeo de oropeles? Desde el
infumable concursito call-tv entre prueba y prueba de TVE hasta las
zapatillas fosforita de Nike. Todo nos parece una cegadora feria
publicitaria al servicio del dinero. Incluso las cucamonas de los
velocistas jamaicanos o los gestos deportivos que hemos apreciado nos
parecen variables en una ecuación de marketing.
Han acabado los juegos y hasta se han
batido algunos records del mundo pero pasan los años y todavía no
se ha superado la mejor foto de la historia del olimpismo, la que
acaban de ver: los medallistas de los 200 metros lisos en México 68
desafiando al himno norteamericano.
Dicen que los guantes los compró la
mujer de John Carlos (medallista de bronce), dicen que Tommie
Smith (medallista de oro) se dejó su par en la villa olímpica y
que fue Peter Norman (medallista de plata) quien sugirió que
compartieran los guantes, dicen que en los once años que duró su
record del mundo (19.83), Tommie Smith sólo pudo conseguir empleo
como lavacoches a 3 dolares la hora, dicen que el ideólogo de la
protesta fue el sociólogo afroamericano Harry Edwards, unos dicen
que el público los abucheó y que algunos gritaron “negros!,
largaros a Africa!”, otros dicen que en el estadio sólo hubo un
murmullo de estupefacción.
Y decimos “dicen” porque los medios
de comunicación en vez de aclarar cosas como éstas se dedicaron a
condenar la actitud de los atletas. Como la prestigiosa revista Time
que tituló la noticia con un Angrier, Nastier, Uglier (más
rabioso, más sucio, más feo), una cínica versión del lema
olímpico Faster, Higher, Stronger (más rápido, más alto,
más fuerte).
“Si gano soy
norteamericano, si hago algo malo soy un negrata. La América negra
entenderá lo que hicimos hoy”
Lo que sí quedó claro para la
historia es lo que ocurrió aquel 16 de octubre de 1968. Smith y
Carlos entraron descalzos y con calcetines negros simbolizando la
pobreza de la América negra, Carlos llevaba el chandal desabrochado
en apoyo a los obreros de cuello azul y un collar de cuentas en
homenaje a "las personas que fueron linchadas o asesinadas y
nadie ha hecho una oración por ellas, para los que fueron ahorcados
y para los que fueron arrojados al agua en mitad del pasaje”. Peter
Norman se solidarizó y portó juntó al corazón una pegatina del
OPHR (Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos). Cuando comenzó a
sonar el himno de las barras y las estrellas los atletas
estadounidenses bajaron la cabeza y levantaron el puño.
El presidente del COI, reconocido
filonazi y defensor de la supremacía blanca, el norteamericano Avery
Brundage se quedó horrorizado y expulsó a los atletas de los
juegos y la villa Olímpica.
“Este gesto
destrozó mi vida pero hizo de mi país un sitio mejor”
Cuando regresaron a los Estados Unidos los medios de comunicación los lincharon, ambos atletas recibieron en su correo amenazas de muerte a diario, la madre de Smith murió de un ataque al corazón dos años después, la mujer de Carlos (la que compró los guantes) se suicidó en 1977.
La Norteamérica oficial no los redimió
hasta 1984 cuando el Comité Olímpico Estadounidense solicitó su
asesoramiento para los Juegos de Los Angeles 84. En 2005 la
Universidad de San José en California homenajeó a sus ex-alumnos
con una escultura inmortalizando el momento del podium.
Al australiano Peter Norman no le fue
mejor. Aunque su actitud no fue tan notoria, terminaría pagando su
apoyo a los afroamericanos llevando la pegatina de su movimiento.
Tampoco le ayudó afirmar que simpatizaba con la causa de los
aborígenes de su país y que detestaba las prácticas de la policía
de su gobierno racista blanco. Además de la reprimenda
institucional, los medios de comunicación australiano le marginaron.
A pesar de clasificarse para los Juegos de Munich 72 fue excluido del
equipo olímpico. Una lesión en el talón de Aquiles derivó en
cangrena y estuvo a punto de perder la pierna. Obligado a retirarse
cayó en la depresión y el alcoholismo y murió de un ataque al
corazón en 2006. Tommie Smith y John Carlos portaron el féretro en
su funeral. Las palabras que le dedicó Smith en el sepelio
emocionarían hasta al cabrón de Avery Brundage:
"Lo que nosotros defendimos fue
más grande que cualquier evento deportivo. Ahora que estamos aquí
pensando en Peter Norman, también lo hacemos pensando en la grandeza
de un hombre que dijo: yo estoy con ustedes, no antes que ustedes ni
detrás de ustedes, pero sí firme con ustedes.
Peter fue un soldado solitario en Australia. Muchas personas en este país no entendieron por qué aquel joven blanco apoyó a aquellos negros. Peter fue un australiano muy orgulloso de serlo, y muy orgulloso de representar a su nación. Pero aún más grande que todo fue cuando Peter dijo que se sentía orgulloso de representar a la raza humana. Estoy aquí, frente a él, para brindarle mi total respeto”
Peter fue un soldado solitario en Australia. Muchas personas en este país no entendieron por qué aquel joven blanco apoyó a aquellos negros. Peter fue un australiano muy orgulloso de serlo, y muy orgulloso de representar a su nación. Pero aún más grande que todo fue cuando Peter dijo que se sentía orgulloso de representar a la raza humana. Estoy aquí, frente a él, para brindarle mi total respeto”
Deja de hablar de putos deportes, baboso; y habla de la carnaza de la tele, o de los Happy Morguen.
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