No tenemos ni pizca de ganas de hablar
sobre Belén Esteban pero ha sido poner su nombre en la cabecera de
esta página y usted, en vez de pasar la página como hace
habitualmente, se ha detenido a ver que tenemos que contar sobre la
princesa del pueblo. Así de asqueroso, imbécil y previsible es
usted, querido lector.
La Esteban ha causado baja temporal en
nuestras pantallas. Se siente sola y vacía, incomprendida y
apaleada. La burbuja Belén Esteban ha estallado. Sin marido, sin
amigos en el plató de Sálvame y sin el manto protector de Jorge
Javier Vázquez. Atacada por todos los frentes posibles ha acabado en
los brazos de un psiquiatra para poder superar su particular
crepúsculo de diva. Para beneficio de Tele5 que sabe rentabilizar
este tipo de dramones como nadie.
Yo no soy una chulita, así que ten mucho cuidado, vale?
Todavía no ha llegado a los cuarenta
-cumple 39 en noviembre- pero parece que lleva toda la vida en las
nuestras. En realidad, todo comenzó hace quince años cuando Jesús
Janeiro -por entonces un matador de toros famoso por llenar las
plazas con mujeres entregadas que le lanzaban bragas- vio a Belén en
bikini en una playa de Benidorm. El flechazo fue inmediato, se arrejuntaron y tuvieron una hija. Pero la personalidad directa,
imprevisible y avasalladora de la Esteban nunca agradó a su familia
política y al poco tiempo fue expulsada de la finca familiar de los
Janeiro con una mano delante y la otra detrás. Lejos de resignarse
con una demanda y llevarse su trozo de pastel, la Esteban ofició su
vendetta a lo grande, por la televisión y para toda el país.
No se cortó a la hora de destapar secretos, conspiraciones y
traiciones. Su origen humilde, sus formas gruesas y su carácter
indomable calaron en el populacho hispano que ha celebrado sus
ataques en antena contra los Janeiro durante los últimos diez años.
Un culebrón con tintes de epopeya que sólo podría funcionar en un
sitio como España.
No vamos a negar que Belén tiene una
notable capacidad de comunicación no verbal -levantamiento de cejas
y caidita de ojos mayormente- y combina perfectamente sus arranques
viscerales con unos toques de ingenuidad que descolocan. Pero en
general resulta dominadora, absorbente y agotadora, sobre todo para
los que tiene a su alrededor. ¿cuál es entonces la receta de su
éxito?
Creemos que está en aquel día en que
los reporteros callejeros captaron una frase ya mítica que salió
desde su pisito veraniego de Benidorm: “Andreita, coño, cómete el
pollo!”. Este es un momento clave en la trayectoria de Belén, el
momento en el que deja de ser la exmujer del torero para convertirse
en una show-woman con todas las letras y que llegará a su
máximo esplendor con el ya mítico "Pero ¿qué hago yo en el
Telediario? Ni que fuera yo Bin Laden".
En medio de estas célebres citas, la
Esteban ha sabido combinar sabiduría choni ("Mi abuela me
pregunta ¿qué es yonki? Yo le digo una secta, como los Hare
Krishna", "Prefiero tener un hijo maricón que un presunto
ladrón", "¿Qué yo doy pena? Pues mira, como dice mi
madre, pena es la mujer del pene"), con perlas de toque
surrealista que reinventan el idioma (“Me
he esterilizado la nariz”, “Un córremeidile...”, “Pareces el
jorobado de Roterdán éste...”, “Dubroknik la perla del
Antártico”)
El retrato de Dorian Gray. Versión Tele5.0.
Belén Esteban se merece su sueldazo de 100.000€ al mes y más. ¿Cuántas personas hay capaces de entrar en el subconsciente colectivo de un idioma con expresiones intraducibles a cualquier otra lengua? Sí, hablamos de “yo por mi hija ma-to”,” arrriba la esteban”, “mmme lo llevo” o “¿me entiendes?”.
Dejamos para el
final su propia interpretación de la historia, de una lógica
infantil tan disparatada e imaginativa como divertida, a la altura de
un sketch de Faemino y Cansado:
“La
Edad Media es hasta que los seres humanos hacen la escritura”,
“En la Edad Media hay como tres partes: paleolítico,
neolítico... ¿o en la Edad Moderna?”, “Pues mira, la Edad
Moderna está bien, porque es ahora mismo en la que vivimos”, “La
Contemporánea es lo que viene, ¿no? O que ya ha pasao", “Yo
tengo que decir que las edades medias, modernas, contemporáneas,
futuristas, pasadas están muy bien porque te enteras de los
monumentos que han hecho”.
No faltará el clásico lector de la
Gallina Vasca que no valore la colección de aforismos de la Esteban
más que a los rebuznos de una mula. Ese ciudadano cultivado y
refinado poliglota que piensa que Belén Esteban es una necia . No,
no, no, querido lector, el necio es usted por haber seguido leyendo
hasta aquí.
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