Publicado el 2 junio 2012
Bueno, no me gusta hablar mal de otros médicos, y menos de un borracho tan torpe
Bueno, no me gusta hablar mal de otros médicos, y menos de un borracho tan torpe
-Gregory House-
Muy calentita ha
estado la televisión estas dos últimas semanas. La final de copa,
la pitada y Aguirre o la colera de españa. La denuncia velada a la
monarquía por parte de la famosa tonadillera, viuda del torero y
madre del dj, en el programa de Susana Griso en Antena3 o la
bochornosa final de GH13 con el bailaor flamenco, greñudo cartoniano
de mirada flipada como ganador y la maciza trastornada bipolar
acaparando los comentarios...
Síntesis de lo que tratamos trasladar
Pero ha habido un acontecimiento que ha hecho sombra a todos los demás. Sí, el doctor House se ha marchado para no volver. Después de ocho temporadas nuestro médico favorito ha desaparecido en el horizonte como John Wayne en una peli de John Ford y nos ha dejado más tristes que en la soledad de un crepúsculo estival con la única compañía del canto de los grillos. Descansa ya en el olimpo televisivo junto a otros personajes que marcaron época como Frank Furillo, Al Swearengen o Cruz Castillo. Y nosotros combatimos esta pérdida de la forma que haría él, con vicodín. Porque ante todo House era un genio dolorido, como Beethoven, Van Gogh o Charlie Parker. Me cortaron un trozo de músculo como mi puño, me dejaron este trasto inútil y mutilado (la pierna). Me duele mucho, todos los días. Me ha cambiado, me ha hecho un tipo más duro y peor persona, y ahora, ahora estoy sólo.
La personalidad prepotente, sarcástica
y demoledora de nuestro prota nos conquistó desde el primer día,
cómo olvidar aquél glorioso diagnóstico del episodio piloto:
House: Desgraciadamente,
el problema de usted es muy grave: Su mujer le pone los cuernos.
Paciente: ¿Qué?
House: Esta usted
naranja, imbécil; Y que usted no lo note pase, pero si su mujer no
notó el hecho de que su marido cambió de color es que algo anda
mal. Por cierto, ¿qué consume más, zanahorias o vitaminas? Porque
las zanahorias ponen amarillo y la niacina, rojo. Saque sus
conclusiones... Y búsquese un buen abogado.
House transcendiendo en el arte contemporáneo
En las primeras temporadas la serie navegó en un estructura que finalmente resultó demasiado rígida. Comenzaba cada episodio con una escena cotidiana en la que un sujeto anónimo las pasaba putas, pero no era él quien iba al hospital sino el que tenía al lado que, por sorpresa, se desmayaba y comenzaba a sangrar por algún orificio. Seguidamente empezaban los créditos. Luego aparece House comiéndose una par de vicodines al tiempo que entra en la sala donde están sus empleados, médicos brillantes pero que no le llegan a la suela de los zapatos. Todos empiezan a hacer diagnósticos, todos erróneos. Tus opiniones no dan buenos resultados. Te aconsejo que uses las mías. House come más vicodín. Charla un poco con su colega Wilson. Se burla sarcásticamente de cualquier ser vivo con el que se cruza. Más vicodín. Breve encuentro con Wilson. El enfermo empeora, el enfermo está a punto de morir. House vuelve a hablar otra vez con Wilson, y en alguna frase banal de éste, se le enciende la luz y acierta el diagnóstico que salvará la vida al moribundo. Para finalizar el episodio, suena una canción infumable mientras vemos el final de la jornada de los empleados del Hospital Princeton-Plainsboro de New Jersey.
FOTO SPOILER. Aquí están felices pero más tarde la doctora Cuddy cortará con House y éste reaccionará como cualquier amante despechado quisiera pero no se atreve: estampando su coche contra la sala de estar de ella.
Pero los responsables de la serie supieron salir de este círculo vicioso y reinventar con éxito la serie, con unos finales de temporada inolvidables. De esta manera, al final de la tercera temporada House despide a todo su equipo médico para comenzar la siguiente temporada con un casting de 40 médicos tan heterodoxo como divertido, un par despedidos por capítulo. Después vendrán la trágica muerta de la doctora “Zorra implacable” (brillantes últimos capítulos la cuarta temporada), el abuso de vicodín que provocará en House una mayúscula alucinación (desgarrador final de la quinta temporada) que le llevará a ingresar en un centro psiquiátrico o el romance y posterior ruptura con la doctora Cuddy que acabará con los huesos de nuestro doctor en prisión
El payaso triste. Perdón por el manido oximoron.
Por no hablar de escenas memorables como la autocirujía que se hace en una bañera después de haber seguido secretamente un tratamiento experimental para curarse la pierna o el síndrome de abstienencia al no tener vicodines mientras intenta salvar a una niña, por citar dos ejemplos.
No hay humor en estas líneas, lo
sabemos, pero quién tiene ganas de reir cuando se nos ha ido House.
Sólo hay vacío y desesperación, y el canto de los grillos...
Un hueco tan grande sólo puede ser rellenado con unos vicodines.
No hay comentarios:
Publicar un comentario